La felicidad es uno de los estados más elevados que el ser humano puede alcanzar. Sin embargo, el concepto de felicidad ha estado siempre sujeto a un intenso debate, surgiendo diversas definiciones y teorías al respecto. Lo que resulta evidente es que la felicidad consiste, al menos en parte, en ser consciente de que uno es feliz y tiene un estado de ánimo positivo.
También es un destino cambiante. Cuando conseguimos aquello que queremos aparecen nuevas metas, por lo tanto, somos felices durante unos minutos para luego dejar de serlo otra vez hasta que conseguimos nuestra nueva meta.
La felicidad se puede definir como el estado emocional de una persona feliz; es la sensación de bienestar y realización que experimentamos cuando alcanzamos nuestras metas, deseos y propósitos; es un momento duradero de satisfacción, donde no hay necesidades que apremien, ni sufrimientos que atormenten.
La mente: La felicidad es una manera de entender y vivir la vida. Por tanto, una parte de nuestra felicidad está en la mente y en la actitud con la que nos desenvolvemos en el día a día. Está relacionada con nuestra manera de pensar y con nuestra personalidad.
El momento: Está en cómo somos capaces de disfrutar de cada momento. Los datos avalan esta idea. Nos sentimos más felices cuando somos capaces de apreciar los momentos, cuando disfrutamos tanto de una tarea que nos sentimos fluir.
La vida: O más bien la satisfacción con la propia vida. Somos más felices si somos capaces de agradecer lo que tenemos y de percibir que nuestras necesidades se encuentran satisfechas.
Las circunstancias: Hace referencia a cómo afecta a nuestro grado de bienestar el conjunto de circunstancias que nos toca vivir y que no siempre tenemos la libertad de elegir. Desde el hecho de vivir en pareja, que nos hace más felices (al menos al principio), a nuestra propia edad. Los datos parecen indicar que a partir de los 50 años entramos en una curva ascendente de mayor felicidad. Algo bueno para añadir al hecho de cumplir años.
La sociedad: porque, como ya imaginas, no hay igual percepción de bienestar en todas las sociedades. A mayor libertad y seguridad, mayores niveles de satisfacción con la vida y mayor percepción de bienestar y felicidad.
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