Humildad

La humildad le permite a uno ser confiable, flexible y adaptable. Cuando uno se vuelve humilde, se vuelve grande en el corazón de los demás. La personificación humilde trabajará duro para escuchar y aceptar a los demás, y cuanto más acepte a los demás, más será valorado. La humildad es una característica, que es ser consciente de nuestras fortalezas y debilidades y actuar en consecuencia. Esto es lo opuesto al orgullo y la arrogancia. La convivencia armónica es el valor fundamental de la sociedad.


Aquellos que actúan con modestia son modestos y sencillos, no tienen ningún sentido de superioridad y tienen un profundo respeto por las personas que los rodean.
Cuando vivimos en una sociedad que trasciende el egoísmo, es difícil para las personas vivir una vida humilde. En esta sociedad, la gente ha estado prestando atención a la materialidad, el éxito, el dinero y el poder.

Muchas religiones consideran que la humildad es una de las virtudes más importantes que los humanos deben seguir. En el cristianismo, Jesús es un ejemplo de humildad, de hecho, se le considera el Rey de la Humildad, por lo que quienes siguen sus enseñanzas también deben ser fieles a este concepto. La dedicación mutua y el amor al prójimo son los pilares del catolicismo.
Las personas humildes conocen sus limitaciones y debilidades. Despreciará los logros personales y se dará cuenta de sus defectos y errores.




La humildad es lo opuesto al orgullo, porque las personas humildes no son pretenciosas, desinteresadas o egoístas, como si estuvieran practicando el orgullo. Las personas orgullosas hacen cosas por conveniencia y las personas humildes hacen cosas por amor a los demás.
Una persona humilde puede interactuar con los demás de una manera más pacífica y noble. Es poco probable que sea un líder y puede encontrar dificultades en un entorno social como una empresa. Pero su contacto será más estable y duradero.

Nicoll Turizo



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